jueves, 6 de noviembre de 2014

¿Oigo o escucho?

            Es una pregunta que deberíamos hacernos todos y lo más a menudo posible.
            Entono el mea culpa, yo soy el primero.
            Últimamente, y ya era hora, me doy cuenta de que cuando escribo algo, es porque escucho mis pensamientos o mejor que mis pensamientos mis reflexiones. Digo yo que para eso reflexionamos,  de lo contrario no tendría sentido, pero así es como vivimos, en un mundo sin sentido y lleno de contradicciones.
            Bien como decía, me he dado cuenta de que solo oía lo que me decían, en lugar de escuchar el fondo y fundamento del mensaje. Todas mis maestras me decían y aconsejaban que tuviese paciencia, que todo requiere su tiempo y que no por mucho correr se llega antes a los sitios. Y tenían razón, como siempre y como todos lo he aprendido a porrazos, por eso voy a trompicones, bueno por eso y por la ley universal del péndulo.
            De casi todos es sabido, que los atletas profesionales, dedican mucho más tiempo al calentamiento y preparación para la prueba, que realmente a la prueba en sí. Si no lo hacen así surgen las lesiones y como consecuencia, un parón obligatorio y la consecuente pérdida de participación en una o varias competiciones. Se lo tienen que tomar con calma y prepararse concienzudamente tanto a nivel físico, como emocional y psíquico, dedicando a ello grandes esfuerzos físicos y monetarios, contratando a los mejores entrenadores y preparadores que les permitan sus posibilidades. No conozco ningún atleta de elite que haya confiado su éxito a la suerte o esperado a que se presente alguien que tenga el concepto de que todo tiene que ser gratuito y altruista. Ni tampoco que se saltase pasos en su preparación.
            Ah pero en esto no nos fijamos, nosotros practicamos deporte a nuestro entender o como mucho en asociaciones donde un aficionado y si es gratuitamente mejor, es el encargado de impartir las clases y dictar los ejercicios y entrenamientos. Luego claro terminamos, con las rodillas, o los tobillos o la espalda fastidiada. ¿Es que esa era la intención de ese aficionado, es que ponía mala fe en lo que hacía? No, pero el resultado es el que es por no hacer las cosas como se tienen que hacer. Entre otras circunstancias porque el aficionado esta tan comprometido con sus seguidores que no tiene tiempo, ni gana dinero suficiente, para seguir formándose y aprendiendo. Además para lo que necesitamos y para una pachanguita entre nosotros, es más que suficiente.
            Por otra parte, en ocasiones nuestro orgullo atlético no dice que qué puñetera falta nos hace a nosotros un entrenador, qué nos va a enseñar ese que no sepamos y además siendo un aficionado como es. Que les den y yo a lo mío por mi cuenta y riesgo, tampoco no es tan difícil salir a correr un rato o darle cuatro patadas a una pelota.  
            ¿Os está sonando esto a algo?
            Pues eso, traslademos todo lo anterior a las diferentes facetas de nuestra vida y nos daremos cuenta de que esto es más habitual de lo que nos creemos.
            No existen los atajos, ni las cosas a medias, ni la gratuidad, dejemos de ser ilusos. La práctica de cualquier tipo de actividad física, mental o emocional, requiere de una debida preparación, cuanto más concienzuda y detallada mejor, y para ello no debemos engañarnos, a la larga nada es gratis y todo se paga de una manera u otra. Si no se cumplen las reglas y leyes universales que rigen esta materialización, dimensión y universo, al final surgen sin remedio las lesiones, fracturas y deterioros que en el mejor de los casos, solo nos retrasaran un tiempo y en el peor nos impedirán por siempre conseguir nuestros objetivos.
            Así que por favor, a partir de ahora cuando valláis a conferencias, cursos o en vuestro quehacer diario, prestar la debida atención, escuchar atentamente a los ponentes y vuestro corazón, vuestra esencia. ¿Acaso no queréis lo mejor para vosotros?, porque entonces os menospreciáis no dándoos lo mejor que encontréis, porque ponéis vuestra felicidad y bienestar en manos de la gratuidad y beneficencia emocional. Venga hombre que todos sabemos lo que se compra en un chino o en el corte inglés, no te trates a  ti mismo de imbécil, tu sabes lo que vales y lo que te mereces.
            Ahora viene lo bueno, tu ego te dice “Es que yo no me lo puedo permitir, si pudiera”. Claro que no te lo puedes permitir, pero si puedes permitir que tu ego, tus improntas mentales te pongan todas las trabas que te impidan crear tu realidad y tu prosperidad. Por cierto que con lo anterior no solo me refiero al dinero, sino a nuestra vida en general a nivel sentimental, emocional, económica, amorosa, saludable…
            Haz el favor de escuchar lo que te dice este escrito, sacar tus propias conclusiones y deja de oír las sandeces que te susurra tu ego.

            Besote y abrazote grande, sin escasez de cariño y amor. Por cierto no es gratis, me lo tenéis que devolver centuplicado.

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